Tres maneras en que los compradores estadounidenses de iPhone podrían evitar aumentos de precio del 40% debido a los aranceles de Trump.

La administración Trump anunció ayer la imposición de aranceles de importación a una larga lista de países, incluyendo todos los centros de fabricación clave de Apple. Se estima que esto obligaría a la compañía a aumentar los precios en Estados Unidos en un 40% o a ver sus ganancias reducidas en un 32%.

La noticia provocó caídas en los mercados bursátiles a nivel mundial, con las acciones de AAPL cayendo más de un 7% en las operaciones previas a la apertura del mercado por temor al impacto…

Aranceles de Trump
Los aranceles son impuestos a la importación que pagan los consumidores y las empresas estadounidenses en el puerto de entrada. Trump anunció un arancel mínimo del 10% para todas las importaciones globales, pero mucho más elevado para muchos países. Estos incluyen los países responsables de casi toda la producción de Apple:

China: 34%
India: 26%
Tailandia: 36%
Vietnam: 46%
Estos aranceles harían que Apple pagara aproximadamente un tercio más por la mayoría de los productos que vende en EE. UU., obligándola a elegir entre una reducción drástica en sus márgenes de beneficio o un aumento drástico de precios para los consumidores. En cualquier caso, el impacto para la empresa sería inimaginablemente negativo.

Si Apple absorbiera estos costes, se estima que vería una reducción de alrededor del 32% tanto en sus beneficios como en sus ganancias por acción (BPA).

Por otro lado, trasladar el coste a los clientes reduciría drásticamente las ventas. Por ejemplo, si Apple trasladara el arancel completo a un modelo base del iPhone 16 Pro ensamblado en China, el precio para un consumidor estadounidense aumentaría de 999 a 1338 dólares. Se aplicarían aumentos similares a todos los productos de Apple.

Tres razones para esperar exenciones para Apple

Sin embargo, existen tres razones para sospechar que ni Apple ni sus clientes terminarán pagando los aranceles.

En primer lugar, algunos sugieren que Trump está utilizando las cifras excesivamente altas como táctica de negociación, con la esperanza de obtener concesiones de los países más afectados a cambio de no aplicarlas. La premura de los plazos convertiría esto en una peligrosa maniobra arriesgada, y la reacción de los gobiernos de todo el mundo dificultaría su venta, pero al menos proporcionaría una posible justificación para la medida.

En segundo lugar, el precedente. Trump implementó una versión menos extrema de esta medida en su primer mandato, anunciando un arancel del 10% sobre una amplia gama de productos importados de China. Si Apple hubiera trasladado el coste a los consumidores en forma de precios más altos, se esperaba que redujera la demanda de iPhones entre 6 y 8 millones al año. Si, en cambio, hubiera absorbido el aumento, habría recortado las ganancias de la compañía en alrededor de un 4%. Sin embargo, Apple logró obtener exenciones para casi todos sus productos.

En tercer lugar, y el más convincente de todos, el impacto inimaginable de permitir que se mantengan los aranceles anunciados. De un plumazo, Trump habría devastado financieramente a una de las empresas más exitosas de la historia de Estados Unidos o habría infligido graves problemas financieros a sus clientes estadounidenses.

Es cierto que Trump aún no parece entender qué son los aranceles ni cómo funcionan, pero cuenta con asesores que sí lo entienden. Tim Cook y otros directores ejecutivos de empresas estadounidenses también estarán trabajando arduamente para educarlo. Entre todos, es probable que lo logren.

El resultado más probable es que se encuentre una forma de salvar las apariencias para que Apple y otros gigantes estadounidenses cuyos productos se fabrican en el extranjero queden exentos del impacto total de los aranceles.

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